Nunca dejé de hacer malabares con el tiempo,
y aún mirándolo con ojos amenazantes,
jamás conseguí que los instantes
fueran, uno tras otro, desapareciendo.
He lidiado tanto con el desasosiego,
en él me he visto tan envuelto,
que ni los guiños de un tal cupido
ni las palabras hartas de consuelo
hicieron que viera medio lleno
el vaso que siempre creí medio vacío.
***
La muerte es más aburrida de lo que esperaba;
su misticismo se ha convertido en decepción
y poco o nada tiene de esa esencia romántica
que siempre deambuló en mi imaginación.
. Quizás pensé que sería menos banal,
que debía revestirse de sensaciones mágicas.
Soñé que la pluma con la que escribía el final
matizaba, con colores, la escena más trágica.
***
Pero, amigos, nada más alejado de la realidad.
El final es tan triste como la vida misma,
como la obra que nunca supe interpretar
a pesar de haber sido su actor protagonista.
Estas deben ser mis últimas palabras
y una amarga pena me aflige el corazón;
No por lo irrecuperable de mi existencia,
más bien por no haberle hallado, a esta,
la más mínima explicación.