"Librar todas las cosas de la servidumbre de un fin. En las cosas encuentro yo esta seguridad bienaventurada; Que todas bailan con pies de azar".
Friederich Nietzsche

lunes, 30 de noviembre de 2009

CINE: La Ceremonia (Claude Chabrol, 1995)

Chabrol es el alumno aventajado. Es aquel que se sumerge en el mundo de sus maestros y sale de él con lo mejor de cada uno. Mira, observa, analiza y se expresa, siempre con una perspectiva propia que se convierte en sello de autor. En indiscutible sello de autor. Queda lejos la Nouvelle Vague, así como la imagen del joven pilar del movimento, la cual ha ido desdibujándose para tomar formas mucho más personales y definitorias de su arte. No es casualidad que una actriz de la talla de Isabelle Huppert acepte casi a ciegas los nuevos retos del director francés.
En “La Ceremonia” Chabrol ha sabido relatar con soltura una historia llena de intriga, culpa y perversión, con un argumento simple y eficaz, y unos personajes tremendamente sólidos. De hecho, el film está repleto de símbolos, gestos y actitudes que nos dejan intuir el pasado de cada uno de los personajes; esta es una de las características que convierten la película en una experiencia inquietante y emocionante a partes iguales.
La interpretación es clave. La forma de entender la historia y la evolución de los personajes depende en gran medida de la perspectiva que se le quiera dar, de lo que nosotros queramos ver. Chabrol deja espacio a la intuición, permite interpretar a los protagonistas; creo que es una manera de darle vida a uno de los sentidos del arte. ¿Que sería, sinó, el diálogo entre creador y receptor sin la subjetividad del último? ¿Habría definición posible de arte? Muy probablemente sí, pero se perderían los matices que hacen de la inspiración algo mágico.
Las dos protagonistas son prácticamente antagónicas. En esta relación conviven la introversión y la extroversión, la timidez y la arrogancia, y, por supuesto, la inseguridad y la valentía frente a los tiempos que se perdieron y los que estan por llegar. Lo que las une es la lucha por la vida, la voluntad de borrar el pasado y la aversión que sienten hacia la siempre soberbia e hipócrita clase alta.
Entre ellas no importa el analfabetismo, las formas, la eduación. Tampoco el pasado. Todos tenemos secretos, todos disponemos de un pequeño tesoro o de un sucio recuerdo que necesitamos esconder. Creo que Chabrol consigue transmitir estas ideas de manera acertada e inteligente, y crea un paralelismo interesante: en uno de los bandos, Sophie, la sirvienta misteriosa, desespera ante la posibilidad que salga a la luz su analfabetismo. En el otro bando, Georges, el personaje galán, magno y estoico, se vuelve insignificante cuando halla indicios de un posible delito que se interpone en la privacidad de su correspondencia.
Evidentemente, la película está rodeada de un aroma socio político, una lucha de clases claramente perceptible en la transformación de los dos personajes principales. La rabia que va germinando desemboca en un ejercicio de venganza que, de nuevo, representa un nuevo cambio, un nuevo pasado que dejar atrás, el inicio de un nuevo y enardecedor futuro.

Hoy empieza todo

"Librar todas las cosas de la servidumbre de un fin. En las cosas encuentro yo esta seguridad bienaventurada: Que todas bailan con pies de azar."

Friederich Nietzsche