
"...como si la sucia luz de la mañana rompiese el sello del silencio, como si tras la noche de poesía llegase el día de la prosa..." (Milan Kundera)
Haneke como adjetivo, Haneke como definición. Haneke podría ser casi un concepto, del cual conviene conocer su esencia antes de contemplar su obra. Esta se aleja del retrato de la belleza, de su definición y hasta de su existencia, para mostrar la parte más cruda de la realidad humana. Quizás sea esa la más “real”.
Creo que una de las características más definitorias de su cine es la capacidad para exponer ante los ojos del espectador aquellos hechos y situaciones que nuestra memoria, inteligentemente selectiva, trata de borrar. Por eso su obra es frustrante e hiriente; se trata del reflejo de una realidad que deviene insoportable por momentos.
“71 fragmentos de una cronología al azar” es la segunda parte de su trilogía sobre la violencia en la sociedad actual (El Séptimo Continente i Benny’s Video), lo que vemos claramente reflejado en el manejo de una simbología que se repite durante las tres partes de la obra. Es el caso del tratamiento de la violencia en los medios de comunicación o el hastío creciente de todos y cada uno de los movimientos rutinarios de nuestra existencia. Efectivamente, se trata de pequeños fragmentos que van alternando situaciones y contextos diferentes, que llegan hasta un desenlace que ha sido avanzado al comienzo del film.
A diferencia de “El séptimo continente”, la historia pasa por las manos de varios personajes; la multiplicidad de sus historias permite observar como la enfermedad de la violencia afecta, aunque de maneras dispares, a cualquier miembro o grupo social. Entre los protagonistas hallamos a un deportista, ancianos, niños, padres adoptivos, estudiantes, matrimonios, etc. La clave de mostrar un escenario tan variopinto recae, pienso, en transmitir la sensación de cada uno de los protagonistas tiene motivos suficientes para llevar a cabo la masacre con la que nos encontramos al principio y final del film.
Como digo, Haneke ha decidido conceder a la simbología un papel relevante, tanto la que aparece en la película en cuestión como la que da verosimilitud a la saga. La indiferencia ante los dramas diarios que resaltan los informativos de TV, los planos al detalle de los movimientos acostumbrados e inertes, la cruz de papel, la furia ante los avances informáticos…Son detalles que personalizan el cine del director y que pasaran a formar parte de lo que, más adelante (no hay que olvidar que se trata de su segundo largometraje), definirá su sello.
La vida no tiene ningún sentido, pero nos vemos abocados a ella; Inconscientemente, llenamos nuestro tiempo con absurdidades que tiñen de lógica toda aquello que nos rodea, creando un orden totalmente frágil que sustenta a los individuos que comparten con nosotros la realidad. Creo que Haneke se empeña en mostrarnos precisamente esa fragilidad, esa vulnerabilidad del individuo ante los múltiples interrogantes que definen la existencia. Quizás es esta una de las razones por las cuales el cine del director Austríaco no deja indiferente. Es difícil permanecer insensible ante la exposición de las propias miserias.
“Nací en Cambridge, y creo que sigo siendo muy inglés. La gente suele decir que los ingleses han desarrollado sus cualidades de sangre fría y de reserva, y también una manera de enfrentarse con humor a los acontecimientos de la vida, incluidos los más trágicos. Es bastante cierto, y una completa estupidez por su parte. El humor no nos salva; no sirve prácticamente para nada. Uno puede enfrentarse a los acontecimientos de la vida con humor durante años, a veces muchos años, y en algunos casos puede mantener una actividad humorística casi hasta el final; pero la vida siempre nos rompe el corazón. Por mucho valor, sangre fría y humor que uno acumule a lo largo de su vida, siempre acaba con el corazón destrozado. Y entonces ya sólo quedan la soledad, el frío y el silencio. A fin de cuentas, sólo queda la muerte.”
Las partículas elmentales, Michel Houellebecq