"Librar todas las cosas de la servidumbre de un fin. En las cosas encuentro yo esta seguridad bienaventurada; Que todas bailan con pies de azar".
Friederich Nietzsche

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Percibir, parecer y padecer

Las personas tenemos 5 sentidos que nos unen y nos mantienen comunicados con el exterior, con la realidad. Inconscientemente, estamos ligados a sus funciones básicas y, casi sin quererlo, oímos, vemos, tocamos, etc. Esta falta de control sobre nuestras propias capacidades puede llegar a convertirse en una curiosa frustración que intentaré explicar.
Como he dicho, estamos inevitablemente conectados a lo que nos rodea. Quizás el único sentido sobre el que tenemos un mayor control para aislarnos del mundo es la vista; un simple movimiento de párpados es suficiente para transformar la realidad visual en un apacible y oscuro infinito de sombras. Lamentablemente, no ocurre lo mismo con la audición, y los aeropuertos, lugar donde trascurre esta historia, son un territorio hostil para el oído. En él se mueven como peces en el agua cientos de sujetos reconocibles a primera vista; suelen complementar su figura con trajes, maletines, bolígrafos, gafas, periódicos, gomina, anillos de compromiso y casi imperceptibles cortes faciales (son víctimas de la ecuación “tiempo escaso + apurado perfecto”). Esta escena es ya de por sí dantesca, pero es suficiente con cerrar los párpados o cambiar el objeto del campo visual para evitar la imagen.
Sin embargo, el problema se desplaza inmediatamente de la vista al oído. Estos sujetos sufren repentinos ataques de comunicatividad, de expresión. Sienten una necesidad imperiosa de “decir”. No me estoy refiriendo a “hablar” ni “conversar”, sino simple y llanamente, “decir”. Dicen números, inversiones y ventas. Dicen subidas y caídas, y dicen también ganancias. No se comunican, ya que no hay receptor (y si lo hay, no escucha, sino espera su turno para también “decir”). Además, “dicen” con un volumen desproporcionado que nos obliga, a las personas del mismo avión, a recibir una severa cantidad de información de dudosa lógica.
Es en este momento cuando reflexiono sobre la imperfección humana, la conexión eterna entre interior y exterior. Sería genial abstraerse de las percepciones aunque sólo fuera para evitar oír sandeces. Ojalá tuviéramos, los humanos, un pequeño controlador de percepción de Hercios y así reducir nuestro campo de sensibilidad hasta encontrar el punto exacto en el que las ondas emitidas por nuestros protagonistas fueran imperceptibles. En fin, somos víctimas sensoriales.
He llegado a la conclusión de que “dicen” para parecer. Emiten sonidos que transforman en palabras, que a la vez devienen frases inconexas. Pero sólo para parecer. Este es un concepto importantísimo en nuestra vida; el verbo ser ha quedado obsoleto, su significado huele a rancio. Ahora se lleva el parecer, tiene más clase. Sobra decir que mientras ellos intentan parecer, yo padezco.
He pensado en comprar tapones para los oídos, pero corro el riesgo de quedarme dormido y no enterarme de que mi vuelo ha llegado a su destino. Me avergüenza la idea de despertarme con los amables zarandeos de una azafata. Podría parecer un tipo de persona que no soy.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces he llegado a pensar en la sordera como una bendición. Algo inaudito para un músico. Pero el hecho de pensar que al quitarme el sonotone pudiera disfrutar de la paz del silencio en cualquier situación me ha hecho llegar a desear tal defecto. Nunca desearé la ceguera que me niegue el cine o la literatura escrita, ni la cojera que me haga abandonar el hábito de jugar al fútbol con mis amigos. Pero la sordera...

Bua dijo...

sa bendició de tenir 5 sentits; sa dificultat: utilitzar-los amb sabiduria i/ò intel·ligència; bon post.

cris dijo...

Yepa!! me pareix genial q tenguis un blog, però he mirat un poc i és més serio de lo q me pensava...;)jeje

Has oblidat q ses dones tenim 6 sentits... i que avegades percebem més coses que ses que puguin entrar pes ulls... Sa nostra interpretació de sa realitat va més enllà. I aqui sa cosa sa complica.

marco dijo...

Més que a ses dones en general, jo atribuiria un sisè sentit a ses mares. Així i tot, pens que no és qüestió de tenir-ne més o menys, sinó de, com bé ha dit en Bua, poder tenir màxim control sobre ells...Seria genial!

tofito dijo...

cris: ses dones teniu un 6é sentit que consisteix en captar sa manera de com poder tocar més es coions a un home ;)

estaria bé poder desactivar qualsevol dels sentits tipo: avui hi ha llenties per dinar pues desactivarem es sentit des gust, o a dins es metro fa olor a humanitat doncs desactivarem es sentit de s'olfacte, o s'alota te pega una passada i desactives s'oida i vas dient que si de tant en tant.

Unknown dijo...

Personalment no crec que fos tan genial com pareix, tenir-ne absolut control sobre es sentits, tot i així si tenir-ne un control relatiu per no enganar-se tant. Però crec que si tinguéssim un absolut control no mos deixaríem dur mai i estaríem massa pendents de forma conscient de lo sentim a cada moment. Crec que si "desconnectéssim" (tof) tan fàcilment no aprendríem res però està clar q una temporadeta cada tant no faria gaire mal. :P
I..., si és de forma inconscient, "allá vamos!"

marco dijo...

Meam, tampoc pretenia obrir un debat sobre tot aquest tema...era una manera curiosa d'explicar una situació concreta. Però vamos, seguiu comentant, clar que si!

tofito dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
tofito dijo...

ahí estamos Lida

és tipo: ara vull fer una bona sesta doncs no sentirem res durant una bona estona.

Llorenç de Pina dijo...

Pot ser bona aquesta desconnexió, sempre i quan sigui conscient i voluntàriament. Si no, fa una certa ràbia.
Però jo preferesc no dir-ne "no sentir-hi", en dic "posar-se es fil musical" quan lo "dit" no és tan apassionant com pretén...


Ah! i aprofit per facilitar-te pes teu nou espai per "dir" allò que te passi pes collons. Segueix.